Son muchos los sectores que todavía tienen recorrido en esto de la transformación digital. Las compañías con activos agrarios pueden seguir ganando eficiencia en la gestión de sus recursos, agilidad en su toma de decisiones y control sobre su actividad.

 

La digitalización y automatización del mundo empresarial llega a diferentes velocidades en función del sector. En el mismo mercado pueden convivir negocios que directamente funcionan sin instalaciones físicas con negocios cuyo control operativo se sigue haciendo en papel. Esto puede ser fruto de las necesidades operativas de cada sector y de otras muchas circunstancias, por supuesto, pero también de su resistencia al cambio.

El sector agrícola, por ejemplo, tiene empresas punteras en digitalización, pero ha llegado a este barco algo después que otros sectores. El concepto de “digitalizar los campos” ha sonado, para algunos, como algo todavía muy lejano. Nada más lejos de la realidad.

Es cierto que la incorporación de ERPs o similares para la propia gestión administrativa de estas compañías es algo que ya está trabajado, pero, en cambio, la parte operativa sigue dependiendo, en muchas ocasiones, de gestiones tremendamente manuales y de análisis y decisiones dependientes del conocimiento y la atención de unas pocas personas. Hemos iniciado la transformación, pero queda mucho recorrido por delante.

Si a esto le sumamos las indiscutibles tendencias hacia la sostenibilidad de nuestra actividad, afinar nuestros procesos y automatizar todo lo automatizable se convierte casi en una obligación para ser más eficiente y, por supuesto, también más rentable. Tener toda la información del negocio de manera estandarizada y analizada en tiempo real permite escalar evitando cuellos de botella y abordar la toma de decisiones con gran celeridad.

Este es el caso de Alfredo, DG de una empresa familiar del sector primario que ha crecido con la mentalidad de generar un proceso interno de negocio ecológico de economía circular. La producción de cultivos propia se destina a la alimentación de ganado, del que se obtiene la carne que finalmente se vende.

Alfredo ya había iniciado proyectos de recolección de algunos datos y de automatización de algunos procesos, pero su reto seguía siendo encontrar una herramienta que le ayudase a supervisar la actividad de manera rápida y mediante la cual pudiese tomar ciertas decisiones. Como siempre decimos, la herramienta es el segundo paso, así que comenzamos por un análisis en profundidad de los procesos. Una vez entendidos los potenciales de automatización y los flujos de información, se optó por una herramienta concreta ideada para unificar los servicios de ERP, sensorización, analítica y toma de decisiones de empresas del sector primario.

Durante la implantación, la compañía de Alfredo trabajó con el equipo implantador para personalizar, desplegar y formar al equipo en su uso. El resultado ha supuesto una monitorización continua y completa de sus activos, la puesta en marcha de un sistema de riego que racionaliza en base al porcentaje utilizado sobre la dotación total que tienen, la optimización de los flujos de comunicación y decisiones, el seguimiento de tareas operativas y una mejora sustancial de las analíticas con las que se trabajaba.

Este caso no es más que un ejemplo. Lo relevante aquí no es si la compañía de Alfredo ha contratado una u otra herramienta y la ha puesto en marcha. Lo relevante es que el sector tiene la capacidad de dar estos pasos y que, para hacerlo, es necesario analizar en profundidad nuestras necesidades y las opciones del mercado. Además, la implantación debe tener en cuenta tanto la operativa diaria como la gestión del propio equipo. Con todo ello, los retornos de la inversión se dan en menos de 3 años. Suena interesante, ¿no?

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