A menudo los individuos y las organizaciones se establecen unos límites, o simplemente se conforman con los grandes avances logrados. Esto reduce drásticamente la capacidad de mejora continua y disminuye la posibilidad de alcanzar nuevos logros.

Hoy estaba rememorando viejas reflexiones y he recordado aquel ejemplo de Dick Fosbury. Este atleta cambió la concepción del salto de altura, pues mientras todos utilizaban la técnica del rodillo ventral, él se la jugó con su salto de espaldas. El oro olímpico en México fue su premio.

“El salto de espaldas ya lo practicaba en el instituto y todos se reían de mí, considerándome un chiflado y algunos como un snob por salirme de las normas conocidas”.

Desde luego, Fosbury no era el saltador más dotado, pues copiando su técnica otros con mejor forma física no tardaron en superarlo, pero el hecho de ser el primero le hizo despuntar, además de que ahora esta técnica de salto lleva su nombre.

¿Y qué pasa con el señor que inventó la técnica del rodillo ventral? Desde luego sería un saltador puntero, pero ¿por qué no inventó el Fosbury? ¿Acaso dejó de saltar tras crear su primera técnica? Parece que simplemente quedó tan satisfecho con su técnica que no vio la posibilidad de mejorar de forma continua, más aún.

Este hecho se ve mucho en deporte, pues cuando todo el mundo pensaba que 9,92 era un límite casi insuperable en 100 metros lisos, siguen mejorando las técnicas y gracias al esfuerzo, preparación y perseverancia, el jamaicano Usain Bolt alcanza en 2009 el record de 9,58. Esto se resume en que cuando alguien cree que ha llegado al límite, aparece otro alguien y lo mejora. Es la historia de la humanidad.

mejora continua

En las organizaciones pasa algo muy parecido. A menudo nuestros potenciales clientes tienen la barrera creada de que “ya somos muy eficientes y además tenemos un equipo de mejora continua”. Esta seguridad aparece, comúnmente, porque en algún momento de su trayectoria la organización ha dado un gran salto en su funcionamiento, en su estructura, en su volumen de trabajo o simplemente en sus beneficios. Sí, este cambio ha sido revolucionario, pero ahora toca dar más saltos, y posiblemente esta vez sea de mano de otros.

En Improva estamos desarrollando un sistema de transformación para la excelencia compartimentado en tres fases diferentes. Primero acompañamos a la organización dando un gran salto de mejora, actualizando los sistemas y procesos a nivel operativo. Después aumentamos la participación de los individuos de la organización, incorporando nuevos sistemas de gestión, definiendo nuevos equipos y estableciendo planes de acción personalizados. Por último, convertimos a la organización en un organismo vivo, que se adapta a cada situación, y donde cada elemento tiene responsabilidades, autoridad y capacidad. Llegamos así a lo que llamamos Excelencia Adaptativa. Si tu organización está a medio camino, entonces revisamos el trayecto recorrido, hacemos ajustes, y nos ponemos manos a la obra para lograr esa Excelencia Adaptativa.

Desde esa posición, tu organización estará lista para acometer mejoras continuas, vengan del área que vengan y afecten al indicador que afecten. Puedes creer que tu empresa es súper creativa, pero cuando la creatividad sale del mismo sitio, a menudo tiene la misma esencia y la misma base.

En definitiva, no dejes que tu organización se estanque creyendo que ya ha llegado donde tenía que llegar. El potencial de mejora es enorme.

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