El final del principio se acerca. Una nueva era se está consolidando en las organizaciones bajo conceptos tales como industria 4.0, transformación digital, internet de las cosas, organizaciones colaborativas, etc. Pero seamos honestos, al final, lo que diferencia a una organización del resto es la agilidad en la toma de decisiones y en la ejecución de las acciones derivadas de esas decisiones tomadas.
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Siempre he odiado parte del discurso en todas las formaciones de eficiencia personal a las que he asistido. Lo pintan fácil, demasiado. Te hablan del eje de la importancia y el de la urgencia, clarísimo. Ahora, en cuanto empiezas a pensar en el concepto “importancia” descubres que todo es más complicado. Para empezar y sin necesidad de ir más allá, ¿lo que es importante para mí es lo que es importante para la compañía? Pues normalmente no, así que mal vamos. Cuando en mi empresa hacemos acompañamientos a mandos intermedios, “shadowings” para los más finos, dos preguntas son obligatorias:
- ¿Cuáles son tus prioridades?
- ¿Qué es lo que más te preocupa?
La Transformación Digital está aportando una cantidad ingente de propuestas e iniciativas para aplicar en la industria, pero casi ninguna cuenta con precedentes consolidados que demuestren su éxito. Y mucho menos en un ámbito donde todas las organizaciones adolecen de eficiencia y de soluciones: el proceso de toma de decisiones y gestión de la acción. Pues bien, en este proceso ya existe la oportunidad de transformar su organización para acercarse a la excelencia.
Cualquier proceso de transformación con el que se quiera generar impacto debe actuar sobre 4 palancas: los procesos, la gestión de los procesos, el modelo organizativo y las capacidades organizativas. Y por encima una quinta palanca que las apoya: la tecnología.
Las compañías que fallan a la hora de conseguir la máxima agilidad tienen problemas, al menos, en uno de esos cuatro frentes. No hay más.
Y deben serlo. Mi objetivo, por eso no es hablar de los directivos sino de porque las organizaciones son extremadamente torpes y lentas y en qué debemos enfocarnos para agilizarlas, pero primero quiero compartir con vosotros un determinado punto de vista, simple, pero que facilita sobremanera entender qué pasa en todas las empresas.
La función principal de cualquier directivo es generar y resolver problemas. Es una visión simplista pero bastante útil. Alguna me dirá “y tomar decisiones”. Ya, pero tomar decisiones no es más que una necesidad que surge de la existencia de un problema, elegir entre alternativas que resuelven una determinada situación.




