Tenemos que darnos prisa. A mi hija le faltan sólo 5 años para incorporarse al mercado laboral y no utiliza el correo electrónica para nada. Bueno, ni mi hija ni la tuya. ¡Tenemos que prepararles el terreno!
El otro día entré en pánico. Mi mujer me llamó. “Fernando, ¿Dónde están las entradas al salón del manga que compraste a Fernandito?” Yo ni me acordaba de ellas. Rebusco en el correo y no las encuentro. Debió ser hace meses y debí hacer algo mal, no había correo de confirmación.
Cada día se mandan más de 170.000 millones de emails. Esta cifra quizá sea demasiado grande para entender lo grande que es… pero digamos que cada segundo se mueven en torno a 2.000.000 emails. Si todos los habitantes de Barcelona (incluyendo los más mayores y los más pequeños) mandasen un email a la vez, aún no llegarían a esa cifra. ¡Y eso ocurre cada segundo! ¿Así se entiende mejor?
A medida que crece nuestra organización, más difícil es funcionar eficientemente en ella. Trabajando ciertos aspectos clave lograremos seguir avanzando en el camino hacia la excelencia.
¿Cuántas organizaciones conocéis que han funcionado de forma bastante eficiente con un número de personas controlable, y al crecer se desmoronan? Esto es un clásico en nuestro país. La pequeña y mediana empresa, a menudo familiar, permite que el flujo de información fluya casi de forma orgánica en los pasillos.
Por mucho que se intente disfrazar, por mucho team building en el que se haya tirado el dinero en los últimos años, por mucha puesta en marcha de creativas organizaciones matriciales o definiciones y más definiciones, casi obsesivas, de procesos al más mínimo detalle, las organizaciones siguen teniendo problemas de comunicación interna que les dificultan acometer de manera eficiente todo tipo de actividades que requieren que las áreas funcionales colaboren entre sí. Estas actividades en las que resulta muy difícil ser eficiente se dividen en dos categorías.
El otro día, una persona del equipo que acompañaba a un comercial de una compañía para evaluarel funcionamiento del nuevo CRM sobre el terreno, observaba estupefacto como a la voz de “estoy de bajón” empezaba a liarse un porro. Al cabo de unos minutos el comercial era otro, nuevamente “motivado”, había puesto la directa. Pero no le sirvió de nada, el nuevo CRM era dinamita pura a la eficiencia de los equipos comerciales, diseñado a cientos de kilómetros por unos técnicos que jamás se habían tenido que patear la calle, adolecía de todos los fallos que alguien que desconoce la realidad puede cometer. Seguramente al equipo de ingenieros e informáticos que lo habían concebido les gustaría que la realidad se adaptase a lo que ellos pensaban que debía ser un mundo perfecto, pero la realidad no está llena de aristas sino de curvas y recovecos, y cualquier intento de imaginarla sin conocerla fracasa.