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Aprender de un imbécil

20120723-jorge-javierEn menéame alcanzó portada la semana pasada la noticia de que Jorge Javier Vázquez impartía un curso sobre periodismo en la Universidad Rey Juan Carlos, lo que ha sido considerado por muchos un escándalo. Rios de bits se han derramado por internet en protesta por la invitación que recibió ya que parece ser que se le considera un frívolo y un lerdo del que nada se puede aprender…

He de suponer que muchos de los que han criticado al popular presentador se consideran superiores a él: humanamente superiores, moralmente superiores incluso intelectualmente superiores. No sé yo, de periodismo no sé, pero un señor que ha logrado situarse permanentemente en portada de prensa, que cobra un salario de 3 millones de euros anuales (eso dicen), y que logra que le inviten como profesor a un curso universitario, seguro que tiene algo que enseñar. Es más, incluso me atrevo a decir que de Belén Esteban se puede aprender algo, no sé qué, pero seguro que lo hay y podría ser de ayuda a muchos.

Lo de considerarse superior a los demás  lleva al inmovilismo. El texto de Alexander Pope que abre este blog lo dice muy claro

“Algunas personas nunca aprenden nada porque lo comprenden todo demasiado pronto”

Desde el momento que pasas a defender lo que sabes frente a los ataques de los conocimientos y experiencias de los demás, dejas de aprender. La persona que está con esta predisposición a defenderse, tácitamente se cree superior a los demás. En un examen tipo test jamás se consideraría como tal, pero… ¿Qué más da si actúa como si realmente fuese infalible?.

soberbia-1 (1)Curiosamente, las personas que están en disposición de creerse superiores a algunos, me ha demostrado la experiencia, que en realidad tienden a creerse superiores a todos. Ves con cuidado cuando te descubras a ti mismo considerándote superior a alguien, estás a punto de fijar lo que eres y pasar el resto de tu vida siendo exactamente el mismo que fuiste en el pasado, lo que no sería un problema si el mundo no cambiase y tu papel dentro del mundo tampoco. En las empresas y a nivel agregado pasa lo mismo

Durante los últimos meses he trabajado de manera muy activa en la captación de asociados para la iniciativa IESE-INEO, que ya he nombrado en algún post anterior. Uno de los fines de esta iniciativa es la compartición de experiencias entre empresas de diferentes sectores tanto industriales como de servicios. Para incorporarse a esta iniciativa basta con tomar conciencia de que se puede aprender algo de los demás, bueno, y alguna cosa más, no mucho más. Al igual que de Belén Esteban se puede aprender algo, y no lo digo en tono irónico, lo digo con la más absoluta convicción de que así es:

De la más fea de las empresas la más excelente tiene algo, incluso mucho, que aprender.

En este proceso de captación de asociados he tenido la oportunidad de contactar a un buen número de empresas, algunas se han incorporado con entusiasmo, a otras las circunstancias internas (ya sabéis, la crisis) les han impedido volcarse con la dedicación necesaria a tan interesante iniciativa, y de otras, te acababas yendo con un cierto mal regusto de boca. Estos últimos casos tienen mucho que ver con lo que he venido hablando en las líneas anteriores, empresas que tenían serías dudas de que pudieran aprender nada de otras empresas. En estos casos acababa despidiéndome con la sensación de que quizás la crisis todavía no ha golpeado lo suficientemente fuerte.

Cualquier empresa que continúa viva después de la brutal crisis que estamos pasando seguro que tiene algo que hace bien o muy bien: quizás comprar, o unas relaciones especiales con sus proveedores, o un nivel de compromiso enorme de su equipo; para aprender, tan sólo hay que fijarse en lo que hacen bien y en como lo consiguen.

Conclusión: se puede aprender de cualquier imbécil, pero un imbécil con cierto éxito, claro.

Fernando Gastón Guirao

Socio Director

Improva Consulting

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Cómo congelar lo que somos

Paseo de Gracia, camino de una reunión paso por delante de uno de esos escaparates en los que todo está tan ordenado que roza lo patológico. Unas pilas de jerseys impecablemente  apilados absorven entre todos la práctica totalidad de los colores del arcoiris. Las pilas de camisas, que se intercalan con las de jerseys, inducen en mí una serenidad ajena al bullicio del tráfico a mis espaldas, serenidad asociada a la certeza de que cada cosa está exáctamente donde debe estar. Como esas chocolaterias de Paseo de Gracia con bandejas de chocolates cubiertas de tiras de bombones en perfecta alineación, que dan una seguridad tranquilizadora similar. Las camisas están perfectamente dobladas, todas y cada una de ellas, exactamente igual que la anterior e idénticamente a la siguiente, giradas entre si en ángulos perfectamente calculados. Si sometiésemos el escaparate al análisis pormenorizado de un matemático, nos surgirían razones áureas por todos los lados. Los zapatos dan el toque de brillo al escaparate, reflejan los primeros rayos del sol del día, igual que reflejarán la opulencia de quien se los ponga, ¿Quién no se va a sentir seguro de si mismo con esos zapatos?

En la tienda entra como hipnotizado un joven  ejecutivo, de esos que a sus treinta y pocos años desea seguir siendo quien es por el resto de su vida. Ha logrado empezar a manejarse con media docena de ideas sobre la vida, las personas y las organizaciones, que le funcionan. Consigue éxitos y eso le gusta porque es lo que busca y cuanto más rápido mejor. Ha promocionado en varios años consecutivos, se siente seguro de si mismo y su nómina le permite entrar en la colorida tienda sin tenerse que preocupar por las etiquetas. Se imagina embutido en una de esas camisas y se siente bien luciéndola. No lo sabe pero lo que realmente siente es una cierta sensación de seguridad, aunque él nunca usaría estas palabras.

En esta tiende venden lo que llamo la vestimenta del éxito. En ella la ropa  es como un barniz, que una vez aplicado  ayuda a fijar los colores originales de la pintura. Te lo pones y te trasformas, mejor dicho, dejas de transformarte. Hasta justo antes de entrar en la tienda  aprendías, a partir de entonces pasas a ser lo mismo el resto de tu vida, protegido detrás de varias capas de ropa de marca. Así fijamos nuestras ideas, congelamos nuestros ser, que ya no es un devenir, a golpe de VISA. Te compras las estilosas camisas y los deslumbrantes zapatos y justo cuando firmas el recibo de la VISA empiezas a reafirmarte en ser quien eres. Como cuando escalas, te agarras con las dos manos al muro rocoso mientras asientas tus pies firmemente  en dos salientes y ya puedes respirar tranquilo. Con tanto agarre no correrás el riesgo de caerte por el precipicio.

Pasarán los años y el entorno cambiará, las 4 ideas que le han servido para triunfar al joven que entró en la tienda empezarán a ser cuestionables. A pesar de vestir diferente y no ser tan joven, vestirá la ropa de moda. Ya no se llevarán los colores pastel, se llevarán los rombos, pero en el fondo será la misma ropa, la que se tiene que llevar cuando lo que buscas es sentirte en la cúspide de la pirámide. Se seguirá sintiendo parte de los triunfadores, de las personas de éxito. Todos juntos en la enorme pared agarrados a los salientes, ajenos al precipicio y mirándose los unos a los otros, todos uniformados, seguros y confiados de que no pueden estar equivocados, de que sus 4 ideas son eternas.

Ese agarrarse a lo que uno es se manifiesta de multiples maneras. Lógicamente, si no puedes cambiar es porque eres superior a los demás.

  • Deberás comportarte con prepotencia, lo demás es mostrar tus debilidades, mirar al abismo o quitarte el jersey de colores, según se mire.
  • No deberás escuchar a los demás, o al menos no lo suficiente como para modificar tu forma de pensar. A fin de cuentas las 4 ideas mostraron ser exitosas en el pasado. ¡No cambies!, eso sería directamente saltar al abismo o quitarse el disfraz que nos protege.
  • No pruebes cosas nuevas, eso es arriesgado, podrías comprometer tu integridad.

Ningún intelectual tendrá nunca miedo de perder lo que ha adquirido; está ahí, en sus neuronas, nadie se lo puede quitar, pero cuando lo que has buscado es el éxito material, definido de las mil maneras en que puede definirse, no hay forma de garantizar que siga estando ahí en unos meses. La única forma de consolidar mínimamente el éxito es en forma de bienes materiales, lo hacen tangible. Pasamos de correr el riesgo de perder el éxito, que es algo muy fugaz a acumular riesgo de perder nuestras pertenencias materiales, que es más tangible y supuestamente controlable.

"En esta sociedad el materialismo nos encumbra y el materialismo nos hunde, que contradicción"

Es fácil caer en la tentación de lo material, tan difícil como evitar el canto de las sirenas. ¿Qué hacéis vosotros para evitarlo?

AUTOR: Fernando Gastón Guirao

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Prisioneros de la mala leche

El post sobre la mala leche ha generado una considerable polémica a mí alrededor -familia incluida. Todo el mundo está de acuerdo en que es mejor una empresa de “buen rollo”, pero para muchos la mala leche es necesaria, paradójicamente los directivos mala leche parecen conseguir más (para ellos) y la gente responde bien al terror. prisioneroReflexionando sobe ello me ha venido a la cabeza el famoso dilema del prisionero. Dicha paradoja proviene de la teoría de juegos desarrollada por Von Neumann a principio de siglo XX. Este matemático  estudio “los conflictos entre seres racionales que desconfían el uno del otro”, dando origen a un nuevo campo de las matemáticas.  Podéis encontrar una excelente explicación en el siguiente blog: http://uprotgs.blogspot.com/2008/01/paradoja-del-prisionero.html 

De mnera similar podemos imaginar a dos personas que trabajan juntas en una organización que buscan, obviamente,   defender sus intereses:

·         Si ambas confían y colaboran en la búsqueda de una solución, compartiendo información, podrán llegar a un acuerdo razonable, que será bueno para ambas partes.

·         Si una persona decide ceder frente a sus intereses y comportarse de manera sumisa, saldrá perjudicado, su autoestima se vendrá lucha tras lucha abajo y acabará por convertirse en un puro ejecutor, adoptando una actitud gregaria.

·         Si, juegan en un clima de desconfianza, pensando que la otra persona va contra sus intereses, se tensarán y estresaran, perderán el tiempo en luchas, y al final los dos acabarán más lejos de sus intereses particulares.

La tendencia instintiva, para defender los propios intereses, es la tercera opción. Pero paradójicamente entonces la organización puede acabar más lejos de sus intereses. No puedo evitar referirme a la situación que se vive en estos momentos en el Oriente Próximo.

Vivimos entre organizaciones belicosas, en las que jefes y empleados se lanzan a la yugular del otro, recibiendo los dos la máxima condena: stress enorme e infarto a los 50.  En esto consiste la recién descubierta  “paradoja de la mala leche”: La falta de cooperación conduce a resultados negativos para todos. La ausencia de confianza produce que ambos en pos de su mejor opción individual, elijan lo que es peor para ellos. agresivo-y-asustado

Existen, sin embargo, organizaciones en las que esto no es así. ¿A qué se deben las diferencias de comportamiento entre unas y otras?

La comunicación

El dilema del prisionero deja de existir cuando se permite la comunicación entre los reos. Si yo puedo hablar con mi cómplice, descubriremos que hay una fórmula para cooperar, que nadie delate al otro, y acabemos ambos con una pena menor.

Si nos comunicamos, si vemos el mapa conjuntamente la tercera dejará de ser la opción dominante.

 ¿Qué aspectos de una organización favorecen una comunicación fluída?

·         Se requiere de tiempo para que la comunicación se produzca. La excesiva presión por el corto plazo, dificulta la comunicación y favorece el conflicto.

·         Unos buenos sistemas de dirección. Una buena implantación estratégica es una herramienta de comunicación que facilita el alineamiento máximo entre diferentes áreas y personas, reduciendo las posibilidades de conflicto. Un buen sistema máximiza la confianza entre las personas de que los intereses del otro están alineados con las necesidades de la organización. Cuando imperan los intereses personales, algo gordo se está haciendo especialmente mal.

·         La cultura de empresa.  Del ir despacio, del exponer todos los puntos de vista. Mirar todas las consecuencias, jugar al largo plazo.

·         A pesar de parecer más cerrados, las culturas orientales favorecen la comunicación. El termino “Nemawashi” se refiere a la comunicación interna que debe  haber entre los miembros de una organización antes de sentarse en una reunión a  defender sus puntos de vista y buscar soluciones a problemas,… Existen empresas que procesos como este los tienen formalizados y en las que los enfrentamientos están muy mal vistos.

·         Ser conscientes de que la mejor opción es la colaboración. En el dilema del prisionero está clarísimo. En el caso del dilema de la mala leche, no lo es tanto y este artículo es mi aportación a que todos empecéis a verlo así.

·         Nadie es tan listo como todos juntos (cooperación y humildad)

·         Si tuviera que elegir un valor que domina sobre los demás para que las cosas vayan mejor, no tendría duda: “La humildad”. Donde impera la soberbia, la comunicación es la primera danmificada. El soberbio no escucha, ¿para qué, si él es el mejor?

El imperativo categórico Kantiano sale en nuestra ayuda para clarificar la situación. “Una actuación es buena si puede erigirse en comportamiento universal”. La mala leche no puede ser buena, porque cuando se extiende de forma generalizada convierte nuestras empresas en un infierno para todos.

AUTOR: Fernando Gastón Guirao

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