Están preparando la nueva ley que extenderá la edad de jubilación hasta los 67 años. A mí personalmente la ley no me preocupa en exceso, espero poderme mantener activo a los 67 haciendo una u otra cosa, aunque imagino que a mucha gente no le pasa lo mismo, vistas las reacciones que se han producido de manera inmediata. A priori el planteamiento de la ley es bastante simplista, no parece que nadie se haya devanado en exceso los sesos por buscar soluciones creativas al previsible problema del desequilibrio en la pirámide de edades, causado por el baby-boom y la posterior caída de la natalidad. Como diría mi amigo Juan Palacios, esta ley es toda una exhibición de pensamiento ANLICO (Analítico, Lineal y Convergente) en clara contraposición al pensamiento lateral, el creativo.
Con los años no es de extrañar que el pensamiento ANLICO sea el pensamiento dominante en nuestras mentes, dada la cantidad de experiencias y aprendizajes que acumulamos y que condicionan nuestro pensamiento. Tal volumen de conocimientos, almacenado en forma de circuitos de neurotransmisores que conectan neuronas, acaba condicionando nuestra capacidad de pensar algo nuevo, sucumbimos a esa carga que el pasado ha depositado poco a poco en cada una de las seis capas de nuestro poderoso encéfalo humano. En el fondo sucumbimos a las leyes de la termodinámica. La creación de orden, los circuitos de neurotransmisores son orden dentro del aparente caos de nuestro cerebro, consume energía y eso va contra las más fundamentales leyes de la física que nos abocan al caos. Nuestro cuerpo tiene necesidad de ser eficiente. Con los años nos empieza a faltar la vitalidad juvenil. Como nuestro cuerpo sabe más que nosotros, decide no crear nuevo orden (Conocimiento) en nuestras mente, se limita a explotar el orden existente, lo que cansa menos. Acabamos trabajando en base a los paradigmas que hemos acumulado, pasamos a guiarnos por la intuición, que no es más que dejarse arrastrar por el pasado, lo que no es malo, simplemente es eficiente.
Pero no todo el mundo, a diferencia de nuestro gobierno, se deja arrastrar por el pasado sino que a sus años se enfrentan a la naturaleza con el ánimo de crear algo nuevo, luchando por generar un futuro diferente al pasado. Este es el caso de un grupo de Directivos retirados que anticipándose a las leyes de Zapatero han creado una Fundación cuya misión es la de apoyar al colectivo de personas jubiladas y prejubiladas para que sigan activas.
La Fundación Directivos ha surgido con el objeto de:
- Apoyar a directivos en potencial situación de exclusión socio profesional por motivos de jubilación, prejubilación y paro.
- Aprovechar por el bien de la sociedad del conocimiento del anterior colectivo, que atesora un amplio bagaje de conocimientos, experiencia y habilidades directivas.
La fundación directivos tan sólo presta apoyo a un colectivo limitado, pero las ideas de fondo que subyacen deberían guiar la búsqueda de soluciones para todo tipo de colectivos, facilitando un modelo de razonamiento algo más sofisticado que el simplista planteamiento de nuestro gobierno que tan sólo contempla dar cobertura a una necesidad económica de la forma más simple posible, cuando en realidad detrás hay también un problema humano y social, que nos abre la mente a nuevos planteamientos:
- Fundación Directivos se mueve no sólo por motivos económicos, también lo hace movidos por el interés en que un colectivo se mantenga vivo, aunque no necesariamente haciendo lo mismo que hacía hasta el momento. Nuevos proyectos para estas personas pueden aportarles nueva vitalidad.
- Así como la salida actual del sistema laboral es una cuestión de on-off, “o trabajas o no”, Fundación Directivos busca esquemas que permitan a las personas retiradas alcanzar un equilibrio entre dedicar tiempo a recuperar la inversión realizada en los demás y continuar dedicando tiempo a la sociedad. ¿Cuanta gente fallece por el brutal cambio de ritmo que supone dejar de trabajar de la noche a la mañana? Hay estudios al respecto.
La iniciativa también facilita un cierto nivel de ingresos a personas que desean complementar su jubilación. La verdad es que viendo cómo crece la esperanza de vida por un lado, el ritmo al que avanzan los tratamientos médicos por otro y teniendo en cuenta el crecimiento de los matrimonios sin descendencia, es inevitable entristecerse pensando en la cantidad de personas viviendo solas y sin capacidad para automantenerse que habrá en un futuro no muy lejano.- Pretenden canalizar todo ese conocimiento que la sociedad derrocha, para la mejora de la eficiencia de nuestro sistema económico. No se trata de que alcanzados los 67 nos continuemos deslomando a trabajar, se trata de que esta experiencia, desperdiciada de otro modo, se canalice en hacer que el sistema económico sea más eficiente en su proceso de generación de riqueza y que esa riqueza, esa mejora de la competitividad, sirva para contribuir a evitar la previsible quiebra del sistema de pensiones.
Yo personalmente, llevo años trabajando con Directivos pertenecientes a este colectivo y su aportación en nuestros proyectos es muy positiva. Todo ese bagaje no se puede desperdiciar, es una frivolidad; pero hagámoslo teniendo en cuenta las necesidades personales del colectivo, contemos con ellos para ellos y por los demás.
AUTOR: Fernando Gastón Guirao
Se trataba de una empresa segundona en su sector, en pérdidas. Si te lo pensabas fríamente, teniendo en cuenta el sector de actividad (no lo nombro porque diría demasiado), si podían dedicar recursos a hacer que el color de los interruptores del baño fuesen exactamente del mismo “Pantone” que el logo corporativo, era evidente que su situación no debía ser especialmente saneada. Sería distinto si operasen en un lujoso nicho de mercado con tecnología propia. Cuando salí al pasillo tras lavarme las manos, que es de buena educación, comprobé como las persianillas que separaban los despachos, cubículos de cristal, eran también del mismo color, de un gusto estético supremo. Un diagnóstico fácil: derroche.
Hoy en día las noticias se suceden en prensa: coches de lujo para los directivos, bonus asociados a reducciones de costes relacionadas con despidos de personal, zonas ajardinadas como los jardines del Edén, convenciones de luxe en hoteles paradisiacos, team building a todo trapo,…
En una multinacional japonesa recuerdo una sala enorme en la que trabajaban más de 100 personas, en cada puesto de trabajo colgaba del techo un hilito que permitía apagar el fluorescente individualmente. Al final del día te podías encontrar a un único individuo trabajando en una sala a oscuras de más de 500 metros cuadrados con un único fluorescente encima, parecía “el iluminado”. Eso era mirar la peseta. La cultura japonesa tiene esto: disciplina y austeridad.
En los tiempos que corren la reducción de gastos es una necesidad, multitud de empresas se han dado cuenta de que ahora, bajo la presión de la crisis, podían hacer muchas cosas por reducir los costes que no habían hecho jamás. Ya no se reponen los interruptores de baño originales cuando se rompen sino unos parecidos pero más baratitos. No pulen el logo de la empresa en mármol todas las semanas para que brille. Se apagan las luces, se recicla el papel, se controlan las mermas, se presiona a los proveedores el doble,…