En el entramado empresarial español encontramos joyas ocultas, maravillas que pasan desapercibidas para así, desde la humildad y la discreción, seguir creciendo y mejorando.
La pasada semana me vi con Pedro. Han pasado 12 años desde que le conocí como cliente y desarrollamos una sana amistad: lo mismo podemos ir a jugar unos hoyos de golf que perdernos en el bosque a coger setas. Durante todo este tiempo Pedro ha seguido estando en el comité de dirección, al igual que los otros miembros del comité y la dirección general. No conozco ninguna otra organización de ningún tipo con un equipo directivo tan estable.
Cada vez somos más las personas cuya jornada de trabajo es impredecible y está sujeta a cambios en las prioridades, imprevistos constantes y cargas de trabajo que no sabemos manejar bien. Y, a pesar de todos los cursos y aplicaciones para gestionar el tiempo a los que recurrimos, las mismas quejas y problemas persisten en el tiempo.
“Siempre estoy apagando fuegos, no consigo tiempo para hacer trabajo de calidad.”
“Se me va la jornada y me doy cuenta de que no he hecho nada de lo que tenía pensado”.
“Nunca estoy segura de qué debería estar haciendo en cada momento. Las prioridades no están claras.”
“Me cuesta decir que no, y acabo con más tareas de las que puedo hacer.”
“Planifico todas las semanas con mucho cuidado, pero nunca consigo que se cumpla la programación.”
Llevo casi 20 años trabajando en proyectos en que se analiza el comportamiento de los directivos. A pesar de que en estos años puedo apreciar una significativa mejora en el nivel de cualificación de los directivos, la eficiencia en el desarrollo de la función directiva sigue siendo lamentable. No me malinterpreten, no es que los directivos se toquen las narices, sino que el tiempo que dedican a realizar labores de alto valor añadido y acordes con su categoría profesional es muy bajo. No es lo mismo laboriosidad que eficiencia. La mayoría de directivos y mandos intermedios se esfuerzan en currar como cosacos: laboriosidad, pero si pudiésemos medir su productividad en términos de alineamiento del esfuerzo con la estrategia y valor añadido a los clientes y accionistas, ese cifra sería sin ningún género de dudas lamentable. Nadie gestiona la productividad de directivos y mandos.
Llevo un día de locos. No sé ni por dónde empezar. A ver, dejadme que piense…
He llegado a la oficina, me he puesto al día con los emails y le he echado un ojo a un expediente que tengo sobre la mesa. Hoy tengo reunión con el Director de Fabricación para tratar un problema de disponibilidad del puente grúa. Se pasa más tiempo parado que en marcha y aún así me insisten en que necesitamos otro.
Vale, creo que no os estáis enterando de nada. Permitidme que vuelva a empezar.