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anticipación

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Delegar cuando no toca

10:00 am Luis coge el teléfono y marca el número de la empresa Quantum Distribution.

- Buenos días, soy Luís Calpena de Restructura Consulting me gustaría hablar con el Sr. Alejandro Gutiérrez (Director General de Quantum, compañía que factura 1.300M€).

Contesta la secretaria del Sr. Gutiérrez, Ana:

- Disculpe, pero he hablado con el Sr. Gutiérrez y me ha dicho que hablará con su equipo por si hay alguien interesado en apoyos de consultoría. Llame la próxima semana.

Luis espera pacientemente una semana más, aunque la respuesta la puede estimar estadísticamente. El Sr. Gutiérrez lleva más de 10 años en Quantum y sus dos primeras espadas el Director Comercial y el de Operaciones entraron con él hace otros tantos años. Empezaron con ganas y pusieron la casa patas arriba, los números mejoraron rápidamente, el EBITDA alcanzó el 15% y la facturación creció un 40% en ese periodo.

Una semana más tarde vuelve a contestar Ana al teléfono:

- Don Alejandro me ha dicho que ha hablado con su equipo y en este momento NO está interesado en los servicios de su compañía, muchas gracias.

Hace un par de años un NO era un mazazo para Luis, diligente comercial de consultoría, pero ahora, creciendo fuertemente, los NO se mezclan con los SÍ, que a modo de muelles amortiguan los golpes. Pero la respuesta no le ha sorprendido, Alejandro y su equipo parecen estar ya institucionalizados, el golpe llega amortiguado pues Luis ya estaba preparado para pararlo, lo esperaba.

El otro día Luís repasaba mentalmente todos los proyectos y compañías en los que ha entrado en estos últimos años , y en elevadísima proporción de los casos lo hizo de la mano de un directivo recién incorporado, menos frecuéntemente de la mano de un directivo que llevase más de 5 años en su puesto, estos segundos casos se pueden contar con los dedos de una oreja. No es que los directivos que llevan más de cinco años no hagan proyectos de cambio radical, pero hacen menos, salvo que las circunstancias aprieten al extremo.

Don Alejandro siempre ha sido un tipo autoritario, que ha gobernado con mano dura. Últimamente ha participado en un programa de alta dirección en una prestigiosa escuela y de la mano de un coach ha aprendido a apoyarse en su equipo. Empowerment lo llaman. Dice la moderna teoría que cuando un equipo es maduro hay que apoyarse en él.

Cada vez pregunta más y cada vez manda menos.

Ahora casi casi ya no es Don, es simplemente Alejandro.

En general, un CEO recién incorporado tiene necesidad de mostrar resultados, tiene necesidad de demostrar que todo el potencial que mostró en el proceso de selección es cierto. Ha traído su propio equipo, con lo que todas las barreras al cambio que podía encontrar las ha eliminado de un gorrazo, bueno, al menos al primer nivel. El problema lo tienen ahora el Director de Operaciones y el Comercial, que tienen que dirigir a un equipo de alta resistencia y potencial medio/bajo.

Cuando Alejandro hace una decada se incorporó, había mucho que hacer. Implantar un ERP, coger el control sobre los costes, abrir nuevos mercados, mejorar la productividad en los almacenes y externalizar la logística de distribución. El resultado fueron más de 15 millones de euros de ahorro. En las reuniones del consejo se habían conseguido elevados niveles de relajación al cabo de un par de años. El Comité de Dirección al completo tenía la autoestima a tope, su vida social era inmejorable y  se movían en círculos de gente influente: Bridge, golf, caza, puros... Y la sensación de que todo lo que se podía hacer ya se había hecho.

Si una cosa sorprende cuando entras en una compañía es por qué nadie toma una serie de acciones que a posteriori parecen evidentes, bueno, en realidad ahora ya no me resulta tan sorprendente. Cuando se llevan más de 3 años cambiando una organización los problemas que importan tras este periodo de tiempo son propiedad de los que ahí quedan, ya no hay nadie a quién responsabilizar de ello, salvo a uno mismo, los que los generaron quedaron en el pasado y nadie se acuerda de ellos. Todos esos problemas son una bomba de relojería a la autoestima de los gobernantes de la organización, escondidos debajo de una capa de desinformación que las oculta de la visión de Dirección General(como Alejandro) y por supuesto de la mirada del Consejo.

Ayer en el comité de dirección Alejandro les plantea a sus primeras espadas la posibilidad de colaborar con una empresa de consultoría que meterá la nariz en su departamento, profundizará en lo que hacen y propondrá líneas de actuación. Las alarmas de los presentes se disparan, los status sociales de cada uno de ellos se ponen a temblar, poderosa pasión el miedo. Alguién podía desentelar los cristales empañados, cambiar cristales esmerilados por límpidos vidrios transparentes, hacer precipitar el lodo en las fangosas aguas del arroyo. Traería transparencia que dejaría al descubierto las vergüenzas. Nadie ve la necesidad; para que liarse si las cosas están tranquilas ahora.

Los estilos de dirección participativos están bien, pero

 hay que saber cuando hacer participar y cuando volver a tomar las riendas con firmeza.

En todas las organizaciones hay margen para periódicamente dar saltos cuánticos en los rendimientos, para replantearse lo que uno está haciendo,

las democracias son continuístas.

Pero si no hacemos nada, el gran salto cuántico viene desde aún más arriba llega la dictadura organizativa, el consejo vuelve a apretar y el equipo quizás anquilosado en los últimos años, tiene que responder o no. En caso de que no respondan, rodarán cabezas. Cuando el gran salto llega desde abajo tenemos una revolución, pero las revoluciones son poco frecuentes, el estado del bienester nos atonta, nos sumerge en el letargo, nos vuelve conformistas y comodones.  Tan sólo 4 idealistas, inconformistas crónicos, personajes al borde de la locura, heroes, van a poner su status de manera voluntaria al borde del abismo.

A la salida del comité Ana, la eficiente secretaria ya sabe qué tendrá que decir cuando llame Luis, ha tomado buena nota, no es momento para consultorías revolucionarias. Ya van liados con muchos temas y no quieren un tema más.

Quizás de aquí a unos meses despierten del letargo o quizás les despierten del letargo, quizás cambien al equipo actual y entre un nuevo equipo con nuevos puntos de vista. Trabajo para los headhunters y quizás trabajo para restructuring consulting.

AUTOR: Fernando Gastón Guirao

P.D. Ya han pasado dos años, Alejandro ya no está. Luis vuelve a tener su oportunidad.

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Pensamiento crítico para no pillarnos los dedos

Ya he hablado en otros post sobre la presión temporal para tomar decisiones que tienen los directivos. Este fenómeno es especialmente acusado en empresas que han empezado a perder competitividad y a las que les come el día a día; son incapaces de trabajar con suficiente anticipación.

winnerRecuerdo mi desesperación cuando al terminar mi MBA entré a trabajar en el departamento de Ingeniería de United Technologies Automotive, por lo que sabía, una gran empresa. Yo, joven, vigoroso e impulsivo, me desesperaba por la lentitud con que se tomaban las decisiones, me parecía una compañía muy poco ágil, sin embargo, acumulaba premios a la excelencia, clientes distinguidos y beneficios cuantiosos. Con el tiempo entendí que lo que sucedía es que se tomaban las decisiones mucho antes de que fuese urgente tomarlas. Era líder, iba por delante de todos y se lo podía permitir.

Hace unos años UTA fue criticada en prensa por el cierre de su planta de fabricación en Cervera, se les acusó de falta de anticipación. Yo, que ya hacía unos años que no trabajaba ahí, sabía perfectamente que 10 años antes ya habían empezado a luchar para postponer al máximo el cierre de dicha planta y de otras del grupo. ¿Cómo? Como se debe hacer, con una enorme inversión en I+D, desarrollando productos nuevos y creciendo agresivamente en esos productos. Intentando cubrir  tres euros de facturación de la venta de productos intensivos de mano de obra por 10 euros de productos de alta tecnología, que permitan mantener el máximo de plantilla. Mejorar en la formación y cualificación del personal para acometer ese reto también era una prioridad. Pero se llegó hasta donde se llegó y no se pudo salvar Cervera.

perdedorEsta capacidad de anticipación no la he vuelto a ver en casi ninguna otra compañía en la que haya trabajado, es más, he visto alguna organización que la iba perdiendo por el camino. Te encuentras empresas arrastradas por las circunstancias y tomando decisiones de manera precipitada, han dado un traspiés, han pérdido el liderazgo, corren tomando como referencia al que tienen delante; reaccionan, no anticipan (Evidentemente, no son conscientes de ello).

Las mismas personas que criticaron el cierre de la planta de Cervera lo hicieron desde un punto de vista puro de sensacionalismo periodístico y oportunismo político (un hijo de Jordi Pujol había estado asesorando en la operación de cierre). El tiempo que habían decidido invertir para construir su juicio sobre la situación no daba para profundizar más. Me podrían haber entrevistado ¿no?

Esta falta de tiempo para emitir un juicio justo y razonable es la misma falta de tiempo de la que gozan las empresas para pensar con calma en su futuro y es la misma falta de tiempo que impide una adecuada utilización de lo que se conoce como “pensamiento crítico”.

Esta vida a doscientos por hora, que la sociedad nos trata de imponer, es la que nos impide como consumidores pensar si lo que nos cuentan sobre productos en la publicidad es cierto o no. Ahora ya no sé si comer Actimel o si dejarlo para no cargarme mis L-Cassei inmunitas.

En la venta de servicios pasa un poco lo mismo. El otro día me encontré con el caso de un amigo mío. Me comentó que le había venido una empresa de consultoría y le había propuesto un planteamiento de proyecto. Dicha consultora disponía de un estudio sectorial mundial sobre el sector de mi amigo, donde salían todos los ratios “best in class” de sus clientes. También disponían de los procedimientos implantados, “best practices”, que son los que “adaptarían” para él. Se ofrecían a mirarle los ratios, compararlos y de esa manera cuantificar el potencial de mejora que obtendrían contratando sus servicios. Uffff…

angeles y demoniosVamos a tratar de ser críticos con lo anterior(no es difícil). Se define el pensamiento crítico como “ un proceso mediante el cual se usa el conocimiento y la inteligencia para llegar, de forma efectiva, a la posición más razonable y justificada sobre un tema, y en la cual se procura identificar y superar las numerosas barreras u obstáculos que los prejuicios o sesgos introducen”.

¿En base a obviar qué supuestos, de base y erróneos, puede ganar adeptos el argumento de la consultora?

  1. Suponer que el potencial cliente desarrolla una actividad operativamente equiparable a la del “best in class”.
  2. Que el entorno de negocio es el mismo: competencia, regulaciones sanitarias, regulaciones de precios, seguridad…
  3. Que la historia ha sido la misma: grado de deterioro de las instalaciones, estado de los equipos de trabajo.
  4. Que el entorno laboral es el mismo: convenios colectivos, conflictividad  laboral.
  5. Que la propiedad es la misma: concesiones políticas realizadas en contra del negocio, intereses de los accionistas.
  6. Que la plantilla es la misma. Las personas cuentan y llevar una empresa de una situación A a una B depende fundamentalmente de las personas.
  7. ¿Qué criterios se utilizaron a la hora de elaborar la información que nos proporciona el ratio “best in class”? Es una fuente independiente o como cliente no tengo ningún control sobre esos ratios.
  8. ….

grafico 3dPero la falacia que más me gusta y más sutil de todas es la siguiente: damos por hecho que la solución que coloca a una compañía en la excelencia es única y que se corresponde a ese “best in class” y a esas “best practices”. La realidad de una organización es lo suficientemente compleja, dispone del suficiente número de elementos/variables: personas, instalaciones, entorno,… como para que exista una infinidad de soluciones que permitan a un negocio mejorar sus operaciones sustancialmente. No hay un único óptimo. Ni mucho menos ese supuesto “best in class”, es el óptimo más próximo a la situación operativa actual de una empresa. El rodeo necesario puede ser costosísimo.

Además, pensando con calma, ¿Puede existir un proceso óptimo en algo tán dinámico como una organización? Evidentemente, ¡NO!. Lo único que puede ser realmente óptimo es la propia dinámica organizativa y eso depende más de las personas que no del ERP o de aspectos operativos concretos.

Trabajar a fondo con las personas es lo único que puede llevar a una organización a la excelencia, adoptando una estrategia realmente diferenciada. De cómo esas personas trabajen en mejorar las operaciones cada día, dependerá el éxito de la mejor estrategia. Lo que se necesita es tiempo para pensar.

Como dicen Josep Riverola y Beatriz Muñoz Seca del IESE, las empresas hoy en día disponen de “cerebros de obra” y no tan sólo de “mano de obra”.

AUTOR: Fernando Gastón Guirao

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