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Seguir al primer borrego que pase

Hoy tenía un día ajetreado, me he levantado pronto para ir al aeropuerto. Salgo de Sitges cojo la autopista y cuando llego al peaje los coches se aglomeran en 4 de las cabinas disponibles, me pongo a la derecha y paso ágilmente por la cabina libre. Llego al aeropuerto y los coches provocan colas en dos de los expendedores de tickets, una vez más me cuelo por la derecha y entro rápidamente, evitando la espera. Llego al control de seguridad para acceder a la zona de embarque, allí no tengo un opción, un diligente empleado de una subcontrata me invita sécamente  a colocarme en una de las colas donde

una chica hace equilibrios delante mio con las bandejas en una mano, el trolley en la otra, la tarjeta de embarque entre los dientes, las botas colgando atadas por los cordones de las orejas y arrastrando los piés para evitar resbalar.

Tras cinco minutos de espera, me entran unas ganas enormes de balar como un borrego, lo hago y todo el mundo arranca a reir; al cabo de unos segundos ya no balo solo, una docena de personas me acompañan, creo que se sienten como yo.

Que a pesar de tener otras opciones la gente tiende  a hacinarse en unas pocas colas, es algo que vengo observando desde hace años. No es un fenómeno aislado, casi siempre que hay varias colas y nadie las organiza, se genera "La cola corta": en el cine, en el banco, en las salidas del metro, en las cajas del McDonalds, en el supermercado,... es un fenómeno generalizado y que por lo tanto debe estar asociado a la esencia del universo y del hombre.

Cuando se lo cuento a las personas que no han  realizado las mismas observaciones su reacción es de escepticismo, es difícil convencerles que detrás de estos comportamientos pueda haber una sólida base científica. Mi familia es consciente del fenómeno y he tenido años para ofrecerles cientos de ejemplos, de los que nos hemos beneficiado para salir airosos de las siempre incómodas esperas.

Si sois escépticos os voy a plantear un dramático ejemplo que ilustra el caso de manera ejemplar y que difuminará vuestras dudas. Hace poco saltaba a la portada de la prensa nacional la noticia de unos jovenes arrollados por un tren en la estación de Renfe de Castelldefels. Cuando se dirigían a celebrar la verbena de San Juan a la playa de Castelldefels, docenas de jovenes decidieron acortar su ruta cruzando la vía por encima. A pesar de la enorme longitud que tiene el andén, cruzaron todos por el mismo punto provocando una aglomeración que ralentizó el proceso de encaramarse al otro lado. Las personas que ya habían logrado ponerse a salvo bloquearon la posibilidad de subir al andén a las que venían detrás; cuando llegó el tren, muchas de las personas, que no disponían de espacio para alzarse y salvarse, fueron arrolladas. En el momento de lanzarse a la vía ninguno pensó en que se iba a producir el previsible colapso, todos decidieron cruzar por el mismo punto que el individuo que tenían delante, a pesar de haber cerca de 100 metros alternativos de andén por donde cruzar. ¿Porqué nadie se paró a pensar cinco segundos? ¡Por Dios! Tan sólo con pensar cinco segundos y sin ser ninguna lumbrera se podía predecir el atasco y generar un plan alternativo, salvando trece vidas. Nadie se paró a pensar porque pensar consume mucha energía y aparentemente ninguna compensación a muy corto plazo, lo que hace que la mayor parte de la población vaya por el mundo con el “automático” puesto, se han costumbrado a pensar lo mínimo.

Es más fácil seguir al que tenemos delante, y con el argumento de que otras 100 personas no pueden estar equivocadas, eludir nuestra responsabilidad vital de marcar nuestro propio futuro.

El gregarismo es energéticamente eficiente.

Tenemos un ejemplo muy claro de la actitud correcta para evitar colas en el mundo del deporte. Xavi el ejemplar futbolista del Barcelona y de la Selección Nacional que ayer nos regalaron el campeonato del mundo. La labor de Xavi ha ido cobrando creciente reconocimiento tanto a nivel nacional como internacional. Es una labor gris, no tan llamativa como la que desarrolla Villa, cuyos goles nunca pasan desapercibidos, pero que ahora, después del mundial en que todos nos hemos convertido en expertos, muchos reconocemos como necesaria. Es un excelente ejemplo. ¿Qué hace que sea tan especial? ¡Pensar, Xavi piensa!

  • Está siempre atento a su entorno. Levanta ligeramente la cabeza, estirá el cuello, recoge información y comprende la situación: dónde están sus compañeros, dónde están los contrarios y como todo ello encaja.
  • Actúa con serenidad y confianza. Sabe que si se mueve el balón y los delanteros van buscando los huecos, en un momento dado se producirá la conjunción astral que le permitirá hacer un pase al hueco para que el rematador desmarcado finalice la jugada.
  • Siempre deja el balón en el lugar más adecuado, aunque a nosotros, ignorantes, no nos lo parezca siempre.
  • Transmite ritmo y serenidad a todo el equipo. Es como la música bien interpretada suene rápida o suene lenta, cada nota suena en el momento adecuado.

Cuando observas a Xavi en una entrevista, puedes apreciar esa mirada inteligente, notas como cada una de sus palabras está perfectamente medida y puedes apreciar y contrastar su coherencia dentro y fuera del terreno de juego. Me recuerda a Guardiola, quizás terminé como él.

¿Y nosotros que tenemos que hacer para evitar las colas? Pues lo mismo, levantar la cabeza y mirar. Llegas al peaje y levantas la cabeza tranquilamente, verás claramente hacia donde van los coches y hacia donde no van; llegas a la cola del cine levantas la cabeza y miras a través de los cristales hacia qué taquilla se dirige la taquillera que acaba de llegar y todavía no ha ocupado su puesto. Tomas tus propias decisiones basadas en información relevante, marcas tú a donde quieres ir; no siempre sale bien, pero tendrás la satisfacción de ser tu el que controla cuándo y a dónde llegas.

El cerebro humano está especialmente concebido para planificar, analizar situaciones, anticipar los movimientos de los demás, y sin embargo pocos usan sus prestaciones (con el Excel pasa lo mismo).

Las leyes de la termodinámica nos abocan al gregarismo, pero la energía que proporciona el sol a la tierra hace que no seamos un sistema aislado del universo y nos permite saltárnoslas temporalmente, aprovechad esta ventaja puntual en beneficio propio.

Los ejemplos que he utilizado no son del mundo de la empresa, quizás por eso nos resultan más próximos, pero en las organizaciones modernas pasa exactamente lo mismo, falta pensamiento, falta serenidad y sobra acción.

AUTOR: Fernando Gastón Guirao

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