Antes de que llegara el coronavirus, el pensamiento convencional respecto a la oficina ya había empezado a cambiar. Además de la revolución digital y el aumento del teletrabajo, los costes relacionados al espacio de oficina iban al alza en muchas ciudades. A su vez, esto había potenciado los espacios de oficina con diseños más abiertos, así como la competitividad del coworking.
Luego, en marzo de este año, millones de profesionales topamos con la experiencia forzada de trabajar desde casa. Y ahora que muchísimas empresas están gestionando el regreso a sus oficinas en un contexto de precaución e incertidumbre, el principal augurio en los titulares es que “el teletrabajo ha llegado para quedarse.”
Aunque esta afirmación sea correcta, también nos obliga a un replanteamiento del trabajo presencial al mediano y largo plazo.
¿Os ha ocurrido que creíais que algún suceso de enero o febrero tuvo lugar el mes pasado? Ese fenómeno lo estamos viviendo todos a todas horas. Este 2020 está siendo tan extraño que estamos, directamente, desubicados. Nos sentimos como si estuviésemos de alguna manera fuera de la realidad, como en un sueño, como con unos zapatos nuevos. Nos sentimos como se debe sentir un gato cuando cambias el mobiliario de su salón. Nos sentimos como si todos estos meses no hubiesen pasado.
Para empezar y ponernos en situación, ya hay centros de investigación trabajando en la sustitución de los mandos intermedios en la toma de decisiones. Y el objeto no es solo la capacidad de las máquinas para proponer líneas de actuación ante determinadas situaciones, las líneas de investigación incluyen temas como:
Llevo un día de locos. No sé ni por dónde empezar. A ver, dejadme que piense…
He llegado a la oficina, me he puesto al día con los emails y le he echado un ojo a un expediente que tengo sobre la mesa. Hoy tengo reunión con el Director de Fabricación para tratar un problema de disponibilidad del puente grúa. Se pasa más tiempo parado que en marcha y aún así me insisten en que necesitamos otro.
Vale, creo que no os estáis enterando de nada. Permitidme que vuelva a empezar.
Cuando se inicia un nuevo proyecto, uno de los primeros objetivos es mantener una reunión de trabajo con la dirección de la empresa. Allí se abordan diferentes enfoques para intentar detectar y definir algunos de los posibles problemas y empezar a vislumbrar las que podrían ser sus soluciones. Normalmente se sale de dicha sesión con las siguientes conclusiones:
- Se identifican las dificultades para lograr la transversalidad necesaria para el proceso de dirección.
- Se observa que la dirección es reacia a cambiar y no se siente parte del problema.
- Nadie tiene claro el coste económico y de oportunidad de estar trabajando de una forma ineficiente.